Cuando a finales de los 60 el furor de los vuelos espaciales estaba en su punto álgido, ser astronauta seguramente era el sueño de cualquier niño, y solo eran unos pocos elegidos los que lo conseguían, lo que les llevaba ademas a ser héroes nacionales. Aprovechando ese tirón mediático, General Motors decidió hacer un pequeño regalo a uno de esos hombres, del cual sabían su pasión por los coches rápidos y en cuyo garaje guardaba un bonito Corvette '57,
ese hombre no era otro que Alan Shepard, uno de los pocos que en su día piso la luna, y considerado como el primer astronauta norteamericano. Con el comenzaría la historia de los Astrovette, y a la que se unirían otros dos de esos heroes nacionales pertenecientes al Apolo XII, con idénticos Astrovette cedidos durante un año por GM. A dia de hoy solo un Astrovette sigue entre nosotros, el del astronauta Alan Bean, propiedad ahora de un coleccionista, de los otros dos se desconoce su paradero, quizá esperando en un viejo granero bajo una densa capa de polvo, el día de volver a brillar bajo la luna.
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