Seria largo el hablar de Tetsu Ikuzawa, de su larga carrera como piloto de resistencia decir que fue el primer piloto Japones en participar en una carrera de Le Mans, 1973, a los mandos de un Porsche, marca a la que estaría siempre ligado, pero su verdadera vocación fueron las motos, de esa faceta dedicamos esta entrada.
Como muestra de su meticuloso trabajo y de su visión de como debía ser una moto ganadora os traemos la que fue un colosal intento por derrotar en las 24h de Le Mans de 1989 a las intocables motos tetracilindricas que copaban los primeros puestos en todas las carreras de resistencia, solo con la excepción de las bicilindricas Ducati que de vez en cuando se colaban entre las Kawa, Honda y demás tetra.
Ikuzawa intento lo que muchos otros han intentado, derrotar en una carrera de resistencia a la potencia con ligereza y bajo consumo, para eso diseño una sus mejores creaciones la Ikuzawa Honda TH3LM, como veis en su nombre aparece el nombre de Honda, y es que esta moto equipaba un motor Honda de 644cc el mismo que equipaba de serie la trail Honda NX 650 Dominator, el motor de seria rondaba los 44cv, insuficientes para poder enfrentarse dignamente a los mas de 100cv que declaraban los motores de cuatro cilindros del resto de participantes.
La base sin duda era buena, el monocilindrico de Honda tenia margen de mejora, era un motor moderno, con culata de cuatro válvulas, ligero y robusto. Tetsu tenia contactos en Honda, con el visto bueno de HRC y Honda, pero sin oficializarlo, obtuvo la ayuda de varios ingenieros, que al parecer prepararon el monocilindrico en sus ratos libres, sin duda eran verdaderos "quemados" de las motos y desinteresadamente prepararon un motor acorde a las necesidades de Ikuzawa, lograron estirar la potencia hasta los 65cv y 70cv, si dos, por que se hicieron dos motos, una para clasificarse y otra menos apretada para la carrera, no olvidemos que en resistencia la fiabilidad es quizá uno de los factores mas importantes.
Aun con esos 65cv, esta claro que la Ikuzawa estaría muy lejos en potencia del resto de oponentes, pero Ikuzawa quería jugar la baza de la ligereza, mayor velocidad en paso por curva y muy importante, el bajo consumo, lo que haría parar menos veces a los pilotos, con esas características buscaba batir al resto de motos.
Aquel año sin duda fue la sensación de Le Mans, su estética, su arriesgada apuesta y su impecable terminación hicieron que su garaje estuviera siempre lleno de curiosos, sin duda en eso fueron los ganadores, lo que ocurriera en clasificación y carrera es otra historia que ya contaremos, pues no siempre el final es lo importante si no el camino recorrido.
Fuentes: Motociclismo n' 1113
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