Quizá la forma de medir las diferencias en cuanto a motos y competición de un continente y otro sea un océano de distancia, y es que cuando por aquí eran las monocilindricas inglesas las que se repartían las victorias en cualquier competición hasta la llegada de las bicilindricas italianas y pluricilindricas japonesas, al otro lado del charco ya se dedicaban a super vitaminar de gasolina sus motores locales, o los Vincent ingleses, como esta Supercharged 1950 Vincent Black Shadow.